La nave «Admiral Grigorovich», de la flota rusa del mar Negro, se dirige a la base de Tartús, en Siria. También suspendió el acuerdo de coordinación que tenía con el Pentágono.
El ataque con misiles de Estados Unidos contra una base militar siria en la madrugada de ayer -la primera acción militar directa contra el régimen de Bashar al Assad- alteró el escenario de la guerra y agudizó peligrosamente las tensiones en la región. Damasco prometió responder la agresión y Rusia movió una fragata con misiles hacia la costa del país árabe, al tiempo que reforzó sus baterías de defensa.En este clima de crispación bélica, la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, advirtió ante el Consejo de Seguridad que las fuerzas armadas de su país están preparadas “para hacer más”, en referencia a otro ataque similar, aunque luego atenuó sus palabras. “Confiamos en que no sea necesario”, dijo.
Ayer, dos horas antes de que comenzará a amanecer en Siria, dos buques estadounidenses situados en el Mediterráneo lanzaron 59 misiles de crucero “Tomahawk” contra la base aérea de Al Shayrat, cerca de la ciudad de Homs, en el centro del país.
El presidente Donald Trump explicó que ese bombardero era una reacción ante el “horrible” episodio con armas químicas del martes pasado. El vocero de la Casa Blanca, Sean Spicer, argumentó que fue una respuesta “decisiva, justificada y proporcional” ante la utilización de agentes tóxicos, y que ha sido aplaudida por la comunidad internacional.
El martes pasado, un ataque con armas químicas contra la localidad de Khan Shaykhon, en la provincia norteña de Idlib, dejó al menos 86 civiles muertos, incluidos 27 niños. Las dramáticas imágenes de las víctimas agonizantes conmovieron a todo el mundo.
Los servicios de Inteligencia estadounidenses aseguran que el ataque fue cometido por las fuerzas sirias y que los aviones que realizaron el bombardeo fueron cargados con agentes neurotóxicos en la base Al Shayrat.
Damasco admite que realizó un ataque aéreo contra Khan Shaykhon, dominada por extremistas ultraislámicos, pero niega que haya usado armas químicas. Sostiene que fueron los fundamentalistas quienes las lanzaron contra la población.
Sólo un poco más de la mitad de los “Tomahawk” estadounidenses dieron contra la base Al Shayrat. Los demás se perdieron en los alrededores. Los misiles devastaron la estructura militar del lugar, destruyendo hangares, radares y edificios de almacenamiento de munición.
En el lugar había tropas sirias y rusas, pero previamente el Pentágono notificó a Moscú del ataque. Lo debía hacer en razón del acuerdo que tienen para coordinar todo tipo de acción militar en la región. El aviso permitió evacuar a gran parte del personal y retirar los aviones. Pese a ello, Damasco informó que murieron seis militares sirios y nueve civiles.
El gobierno de Siria calificó la acción como un acto “idiota” y “bárbaro”. “Todo lo que ha llevado a cabo Estados Unidos es únicamente un acto idiota e irresponsable, y revela su falta de visión y su ceguera en los planos político y militar”, indica un comunicado de la presidencia. Buthayna Shaaban, consejero político del presidente Assad, fue más allá al advertir que “Siria y sus aliados responderán de manera apropiada a esta agresión”.
El delegado sirio ante la ONU, Mounzer Mounzer, acusó a Estados Unidos de utilizar “pretextos vacíos” y “argumentos fabricados” para lanzar el bombardeo, e insistió en que el régimen de Assad “no tiene armas químicas y nunca las ha usado”.
La reacción de Rusia fue más grave. Después de condenar la acción estadounidense, el gobierno de Vladimir Putin denunció ante la ONU que “las consecuencias de esto para la estabilidad regional e internacional pueden ser extremadamente graves”.
Pero Moscú no se limitó a la retórica antiamericana, ya que decidió suspender de inmediato el acuerdo de coordinación militar con el Pentágono para evitar incidentes aéreos en Siria, y trasladó a una de sus poderosas fragatas con misiles hacia la base militar rusa de Tartús, en la costa siria. Se trata de la moderna fragata “Almirante Grigórovich”, equipada con misiles de largo alcance Kalibr, los más utilizados por el Ejército ruso para atacar las posiciones yihadistas.
El gobierno de Putin también decidió reforzar la defensa antiaérea siria ante futuros ataques y advirtió de que las baterías antimisiles rusas que garantizan la defensa de las dos bases aéreas funcionan las 24 horas.
Las fuerzas militares sirias, con el apoyo de las milicias enviadas por Irán y el apoyo aéreo de Rusia, buscan recuperar los últimos bastiones en manos de los rebeldes, especialmente en la provincia de Idlib. La base de Al Shayrat es una pieza clave en esta ofensiva, ya que desde ahí parten los helicópteros y aviones enviados por Moscú, que son tripulados por sirios.
Pese a la acusación de Washington contra Siria, aún no está claro quien llevó a cabo el ataque con neurotóxicos. Rusia viene exigiendo una investigación neutral para poder determinarlo fehacientemente.
Origen: Rusia envía una fragata con misiles a Tartus y suspende comunicaciones con EE.UU. sobre Siria
Deja una respuesta